El 25 de junio los trabajadores polacos sólo han luchado un día. Al final de ese día, los dirigentes habían abandonado completamente su proyecto de aumento general de los precios; toda una clase se negaba en bloque a los «sacrificios» para el salvamente del capital nacional acorralado entre la «crisis» mundial y las exigencias de los trabajadores. No había ninguna razón, aparentemente, para continuar. La huelga general espontánea cesó tan rápidamente como había surgido.